En el interior de los peritecios aparece
una sustancia blanquecina que la componen infinidad de esporas que proceden de
las ascas que desarrollan en el interior y que apenas son visibles.
Si dispersamos el contenido de los
peritecios y lo tratamos de observar en rojo congo vemos perfectamente
individualizadas las distintas ascas, algunas teñidas y otras no.
Las ascas son alargadas, muy estrechas
en la base y ensanchadas en la extremidad donde presentan una gruesa pared a
modo de capuchón en la extremidad, incolora, sin opérculo ni poro apical
visible.
En su interior se desarrollan ocho
esporas dispuestas en dos hileras, biseriadas.
Entre todas las ascas se producen
grandes cantidades de esporas incoloras al microscopio y probablemente blancas
en masa, aunque este aspecto no lo hemos podido comprobar.
Las esporas sueltas son incoloras,
alargadas, fusiformes, con los extremos apuntados, con dos o excepcionalmente
tres vacuolas en su interior y aparentemente sin tabiques de separación salvo
en las esporas muy maduras que presentan uno central.